A menos que surja una conciencia de clase trabajadora global y planetaria, las clases desfavorecidas (cada vez más amplias) están condenadas a ser aplastadas por el insaciable poder destructivo del capitalismo. Con este post iniciamos un recorrido por los films documentales y de ficción que más pueden contribuir, a través de la denuncia, a crear esa conciencia y esa solidaridad más necesarias que nunca.
Workingman’s Death (Michael Glawogger, Austria / Alemania / Indonesia / Francia, 2005)
Sinopsis: Desoladora panorámica de trabajos brutales en todo el mundo, al margen de cualquier institución y derecho, a principios del siglo XXI. Personas que malviven fuera de cualquier sistema laboral mínimamente estructurado, y que se juegan a diario la vida y la salud para sobrevivir. Son cinco ejemplos extremos: mineros ucranianos de la región del Donbass que se arrastran por pozos de carbón ilegales a punto de derrumbarse y de sepultarlos; porteadores indonesios en la isla de Kawah Ijen que primero extraen azufre de un volcán activo y después lo trasportan encima de los hombres (entre 70 y 105 kilos por cabeza), mientras los turistas les fotografían; desolladores nigerianos de ganado en Port Harcourt se bañan en sangre de cabras y bueyes degollados y los asan en el fuego asfixiante de neumáticos ardiendo, entre una insalubre humareda negra; en el cementerio de barcos de Gaddani, Pakistán, miembros de la etnia pastún desguazan enormes buques fuera de servicio y recuperan planchas de acero; en China, los trabajadores de la siderurgia asisten a la desaparición de su oficio en el paso de la economía planificada a la de mercado. Son todos trabajos manuales deshumanizadores y humillantes que existen en el mundo de hoy, y que muestran la pervivencia de la esclavitud en nuestros siglo.
Interés: El film combina la denuncia serena con el arte cinematográfico. Asistimos a la durísima existencia de estos trabajadores abandonados a través de planos y secuencias muy elaborados. Una advertencia y un recordatorio estremecedor acerca de la situación de millones de trabajadores en el mundo, hoy. El cineasta austríaco Michael Glawogger (fallecido en Liberia en 2014) se proponía captar una galería global de los parias de este mundo, con “Workingman’s Death”, con “Megacities” (la supervivencia diaria en grandes urbes como Bombay, Nueva York, Moscú y ciudad de México) o “Whore’s Glory” (la vida de las prostitutas en Tailandia, Bangladés y México).
Roger & me (Michael Moore, Estados Unidos, 1989)
Sinopsis: Documental sobre el cierre de la planta de automóviles de General Motors en Flint, Michigan, una ciudad que dependía completamente de esta fábrica y que con el cierre perdió 30.000 puestos de trabajo. El film muestra los intentos infructuosos del director por entrevistar al presidente de General Motors, Roger Smith, y analizar con él los efectos devastadores de la clausura para la ciudad. Se establece un contraste diametral entre la vida opulenta de los directivos de GM y la penuria en la que quedan los obreros desempleados, muchos de ellos desahuciados de sus hogares. Una buena lección sobre las prácticas del capitalismo en su versión neoliberal: deslocalización (la planta se traslada a México, donde los obreros carecen de derechos laborales y cobran una miseria), falta de responsabilidad hacia los trabajadores, desarticulación del sistema de protección sindical.
Interés: El primer y mejor film de Michael Moore, antes de convertirse en un personaje célebre y de explotar sus performances de showman egocéntrico y abrumador. Aquí su estilo documentalista es todavía fresco, y rasgos como la ironía y la presencia constante del director resultan efectivos y convincentes. Es un estilo que aún funcionaría en “Bowling For Columbine” (2002) y “Fahrenheit 11/9” (2004), y que después ya acabaría resultando autoparódico. En “Roger & Me”, Moore logra hacer un film de denuncia original, sincero e ilustrador sobre el desgarro del tejido social en su ciudad natal.
Vida y deuda (Life and Debt) (Stephanie Black, Estados Unidos, 2003)
Sinopsis: Hermoso y terrible film sobre los efectos de la globalización neoliberal en Jamaica. Se nos presenta el contraste extremo entre los lujos que disfrutan unos turistas estadounidenses alojados en un hotel de campanillas de Kingston y la difícil supervivencia de los jamaicanos, cuya actividad laboral y organización económica están marcadas por las decisiones de directivos del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de Estados Unidos instalados en la opulencia, muy lejos de la isla caribeña. Este documental cinematográfico muestra cómo es la vida real de los jamaicanos, cómo se ha deteriorado por las políticas económicas neoliberales irresponsables basadas en la extracción salvaje de materias primas y la explotación de los seres humanos. Al mismo tiempo, en medio de tanta depauperación, logra rescatar la belleza prístina de la isla y sus habitantes.
Interés: Esta original combinación de imágenes de archivo, entrevistas, música reggae y lectura de fragmentos literarios produce un film intenso de denuncia de las prácticas neoliberales y de cómo afectan a las personas reales; al mismo tiempo, constituye una reivindicación de la dignidad humana y una llamada a la resistencia. Stephanie Black es una cineasta norteamericana comprometida con los derechos de los trabajadores. En “H-2 Worker” (1990), que obtuvo el premio del Jurado en el Festival de Sundance, ya denunciaba las condiciones infrahumanas padecidas por los inmigrantes temporales caribeños en la industria de caña en Florida. “Vida y deuda” podría ser solo un estudio de caso, pero es además una gran película que, con leves variaciones, puede valer para muchos otros países del tercer mundo (lo que la cínica jerga de los economistas llama “países en vías de desarrollo”).
Machines (Rahul Jain, India, 2016)
Sinopsis: Sobrecogedor descenso al inframundo de una fábrica textil de Gujarat, en el noroeste de la India, donde se confecciona la ropa barata del primer mundo. Esta fábrica representa a muchas más del oeste de la India, donde el escenario y las condiciones son idénticos a los que vemos aquí. Espacios claustrofóbicos, herméticos e insalubres, oscuros, donde apenas penetra algún haz de luz natural y el aire está saturado de humos tóxicos emanados de los productos químicos de las tinturas. Atados a telares, adolescentes que se caen de sueño, jóvenes y hombres maduros trabajan doce horas a cambio de salarios de hambre: muchos se endeudan para pagarse el billete de tren que los lleve desde zonas rurales de la India a las fábricas urbanas. Las brutales condiciones laborales deshumanizan a los trabajadores, hasta el punto de convertirlos en anexos de las máquinas. Campesinos sin tierras engrosan las filas de estos obreros sin derechos ni vacaciones. Unas pocas y bien seleccionadas entrevistas a trabajadores dan la idea de lo que aquí ocurre: opresión patronal sin ningún freno del Estado, imposibilidad de réplica sindical debido a los asesinatos de sus líderes, ninguna alternativa viable para sobrevivir fuera de la fábrica.
Interés: Con una cinematografía espléndida (obtuvo el premio a la mejor fotografía documental en el festival de Sundance), logra transmitir una sensación de angustia sin perder la dignidad artística. Recorremos laberínticos pasillos y ambientes estancados, y absorbemos el ritmo de producción a través de los ruidos monótonos de las máquinas. Este excelente debut de Rahul Jain da voz y rostro a unos de los más sufridos esclavos del siglo XXI.
La toma (The Take) (Avi Lewis, Canadá, 2004)
Sinopsis: En una de las recurrentes crisis económicas (esta, de 2001) padecidas por la maltratada población argentina, en medio de cierres de empresas de todo tipo, los obreros de una fábrica de automóviles bonaerense deciden asumir su control cuando el propietario se desentiende de ella y de ellos. Una treintena de trabajadores se resisten a ser abandonados en la cuneta y se organizan como cooperativa para autogestionar la planta en la periferia de la capital argentina. Con esta acción de coraje, además de luchar por su subsistencia, ponen en cuestión la ideología y la práctica neoliberales, en las que el factor humano no está incluido como variante de la ecuación. La reconstrucción a partir de las ruinas del capitalismo se produce también en otras empresas argentinas, en una ola de empoderamiento obrero. No es sencillo porque hay que enfrentarse a la hostilidad del establishment (políticos, empresarios, jueces, policías), defendido por el ultraneoliberal Carlos Menem. Pero la resistencia y la desobediencia obreras son la única vía de salvación frente al capitalismo salvaje.
Interés: Avi Lewis, un comprometido periodista canadiense, tiene el acierto de mostrar respetuosamente las difíciles vidas de los trabajadores y de permitirles que sean ellos mismos los que las expongan, sin asumir él la voz dirigente (un planteamiento distinto al de un Michael Moore, por ejemplo). Con guión de la conocida periodista y activista canadiense Naomi Klein (“No logo”, “La doctrina del shock”), “La toma” es un manifiesto para el empoderamiento obrero en el siglo XXI.