5 documentales sobre desobediencia civil en Estados Unidos

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Ver también Resistencia civil no violenta.

Las temibles y evidentes semejanzas entre lo que ocure hoy en el Gobierno de Estados Unidos y lo que ocurrió en la Europa de los años 30, con el auge de los totalitarismos, hacen necesarias la oposición y la desobediencia civil. Este post y los siguientes repasan documentales sobre varios actos y movimientos de resistencia en Estados Unidos. Si en América del Norte ha habido una tradición de autoritarismo impuesta por la violencia de las fuerzas armadas y la policía, también ha habido una tradición contestataria de defensa de los derechos civiles de las diversas etnias y las clases oprimidas, muy a menudo enfrentadas a situaciones de extrema gravedad.

Posts posteriores estarán dedicados específicamente al Black Power, o empoderamiento de los afroamericanos, y al movimiento de los derechos civiles de los nativos norteamericanos.

“The People Speak” (2009): La verdadera historia de Estados Unidos

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El historiador neoyorquino Howard Zinn estaba cansado de oír un relato falso sobre el desarrollo de su país. Sabía que la historia oficial, protagonizada por machos blancos agresivos y victoriosos –presidentes, generales, empresarios y demás– que realizaban en esta tierra un supuesto “destino manifiesto” era una patraña integral escrita por los vencedores sanguinarios. Decidió componer lo que sentía como la verdadera historia de Estados Unidos: una lucha permanente entre las clases dominantes contra el resto de la población, que se ha expresado de varios modos y por diversos medios, pero que ha sido la realidad básica del país desde su fundación.

Zinn escribió un libro fundamental, A People’s History of the United States (traducido al castellano como La otra historia de los Estados Unidos), del que se han vendido más de 2 millones de ejemplares y se han leído muchos más. Ofrece de manera razonada y documentada una historia de su país que no tiene nada que ver con la oficial y dominante, porque está compuesta desde la perspectiva de los agredidos y violentados, a partir del exterminio de los nativos americanos del siglo xvi en adelante hasta el régimen autoritario del republicano Reagan, pasando por la explotación de los esclavos afroamericanos, la lucha por los derechos civiles y la imposición del pensamiento único mediante las cazas de brujas del Comité de Actividades Antiestadounidenses. Es un relato verídico que recupera los hechos y las personas reales en vez de repetir mitos y leyendas. Y no es solo un relato de victimizaciones, sino que muestra los numerosos movimientos de empoderamiento sucedidos en el país. Rescata el orgullo de los oprimidos y su determinación de dejar de serlo.

Con la colaboración de Anthony Arnove, Zinn publicó un libro complementario de A People’s History of the United States titulado Voices of a People’s History of the United States, que reproduce literalmente discursos, cartas, artículos y otros documentos de hombres y mujeres valientes que desobedecieron y resistieron el poder del Gobierno y sus fuerzas armadas, con tanto valor que arriesgaron sus vidas sin dudarlo. Los mismos Arnove y Zinn, junto con Chris Moore, organizaron una lectura pública de estos documentos esenciales por actores y actrices conocidos, unas lecturas que infunden vida y actualidad a la letra impresa. La recitación se acompaña de actuaciones de algunos de los músicos estadounidenses más destacados. El film The People Speak consiste en la grabación del conjunto de lecturas e interpretaciones musicales.

Algunos de los artífices de la historia estadounidense cuyas palabras son recitadas son el Jefe Joseph (Hin-mah-too-yah-lat-kekt) (1840-1904), jefe de la tribu nativa de los Nez Percé, expulsada de sus tierras ancestrales en el actual Oregón por el Gobierno de Estados Unidos; el abolicionista y reformador social Frederick Douglass (1818-1895); el abolicionista John Brown (1800-1859); la activista por los derechos sociales y el voto femenino Fannie Lou Hamer (1917-1977); la defensora de los derechos de las mujeres Elizabeth C. Stanton (1815-1902); Muhammad Ali (Casius Clay Jr.) (1942-2016), boxeador y defensor de los derechos de los afroamericanos; Malcolm X (1925-1965), pastor musulmán y activista en favor de los derechos civiles; Eugene V. Debs (1855-1926), cofundador del movimiento de los trabajadores en Estados Unidos; Yuti Kochiyama (1921-2014), portavoz del movimiento contra la guerra y de la campaña para compensar a los americanos-japoneses encerrados en campos de concentración en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Algunos de los muchos actores y actrices que aparecen en el film son Matt Damon, Marisa Tornei, Q’orianka Kilcher, Vigo Mortensen, Morgan Freeman y Sean Penn. Entre las canciones emblemáticas del folk estadounidense suenan “Masters of War” (1963) de Bob Dylan, interpretada por Eddie Vedder, “This Land Is Your Land” (1940) de Woody Guthrie, cantada por Bruce Springsteen, “Do Re Mi” (1937) també de Guthrie, adaptada por Bob Dylan, “Brother Can You Spare A Dime?” (1931) de Yib Harburg, por Alison Moorer, “Dear Mr. President” (2006) de P!nk: P!nk, “Ohio” (1974) de Neil Young, per Rich & Chris Robinson, y “People Have the Power” (1988) de Patti Smith.

Un documento excelente para empezar a conocer la verdadera historia de Estados Unidos.

“Sir! No Sir!” (2005): La insumisión de los soldados en Vietnam

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Las protestas contra la guerra de Vietnam –la invasión imperialista más larga de Estados Unidos (1964-1973) hasta la guerra de Afganistán (2001-2014)– suelen relacionarse con universidades californianas y estudiantes. Pero en el seno del ejército hubo también soldados que se negaron a atacar a civiles vietnamitas indefensos, e incurrieron en lo que el derecho militar considera rebelión, por la cual fueron juzgados. Sir! No Sir! repasa aquella insumisión de miles de soldados rasos valientes, que se sublevaron ante sus superiores antes que cumplir las órdenes de asesinar mujeres, niños y hombres inocentes. Pagaron un alto precio: centenares ingresaron en prisión y decenas de miles marcharon al exilio en Canadá, Francia y Suecia.

Según datos del Pentágono, entre 1966 y 1971 se produjeron 503 926 deserciones; en 1971 unidades enteras se negaron a ir a la guerra. En la segunda parte de los años 60 miles de soldados crearon multitud de organizaciones de oposición a la guerra, y en 1970 y 1971 proliferaron las manifestaciones en todo el mundo. El movimiento de los soldados incluyó numerosos actos de resistencia y la organización de asociaciones políticas, así como la publicación de diarios clandestinos en muchas bases militares.

Pocos recuerdan hoy aquella valiente oposición al Gobierno y al Ejército norteamericanos. Como mucho, se recuerda la participación de la actriz Jane Fonda, que ofreció un decidido apoyo a los soldados en varias concentraciones y manifestaciones y viajando a las bases militares en Vietnam; o las accions pacifistas de jóvenes no reclutados. Pero el valor de aquellos soldados que se enfrentaron a tribunales militares y a penas de años de trabajos forzados también es digno de recuerdo. Se ha rodado más de un centenar de films sobre la guerra de Vietnam, pero este es el primero que se centra en la oposición de los soldados en el seno del Ejército.

Sir! No Sir! examina aquel proceso a través de entrevistas a algunos de sus protagonistas, que lo analizan al cabo de 30 años, y con abundante material de archivo como fotografías e imágenes de noticiarios de televisiones locales y de grabaciones personales. La versión larga o cinematográfica del film (86’) muestra algo que se omite en la versión abreviada que se emitió en televisión (50’): la práctica sistemática de suprimir cualquier testimonio de aquel incidente que puso en evidencia a los poderos Gobierno y Ejército de Estados Unidos. La Administración Reagan y las posteriores se han encargado de taparla, para que no sea un ejemplo para las tropas futuras.

Entre las imágenes destacadas figura una acción impresionante: decenas de veteranos de guerra viajaron a Washington para arrojar con desprecio y asco sus medallas en las escaleras del Capitolio. Fue su homenaje a los 50 000 soldados estadounidenses muertos en Vietnam (del medio millón que fue enviado), y al vagamente estimado millón de vietnamitas asesinados con artillería, agente naranja y napalm. Por desgracia, no hubo una acción semejante en las guerras de Afganistán y de Irak, solo trastornos de estrés postraumático.

A Good Day to Die (2010): La rebelión de los nativos

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Estados Unidos nació de un genocidio, el brutal exterminio y posterior confinamiento en reservas de los nativos norteamericanos. Cuando los fascistas de hoy en día dicen “América para los americanos” no saben lo que dicen, porque si se cumpliera su aspiración serían ellos los expulsados y encarcelados, mientras que siux, cree, apache y demás pueblos indígenas recuperarían sus tierras ancestrales.

A Good Day to Die muestra el nacimiento del American Indian Movement (AIM) en 1968, y como uno de sus fundadores, Dennis Banks, se enfrentó al Gobierno norteamericano para obligarle a abandonar las prácticas de opresión, humillación y violencia que había ejercido desde su principio contra los nativos americanos. Fue un movimiento por los derechos civiles de los indígenas, un acto de valor y dignidad que sufrió una violenta represión de la Administración y las fuerzas armadas.

No suele recordarse mucho o nada, pero uno de los genocidios más largos y devastadores de la historia ha sido el de estos nativos. Los europeos que desembarcaron en el Nuevo Continente (para ellos) los quisieron borrar para arebatarles las tierras y los recursos. Y en la segunda mitad del siglo xx, a los supervivientes que malvivían como podían en las reservas los sometían a programas de aculturación o asimilación cultural para que olvidaran el legado de su pueblo. Dennis recuerda que cuando tenía 5 años se lo llevaron a internados del norte de Minnesota, de los que no salió hasta los 9. Durante esos 4 años de internamiento, como a la gran mayoría de nativos, le prohibieron hablar su lengua materna, lo mantuvieron apartado de su comunidad y trataron de suprimir su identidad y confianza. Los niños encerrados en aquellos internados estatales padecieron todo tipo de abusos –físicos, sexuales, emocionales– de los funcionarios. Dennis relata su estancia en la prisión de Stillwater, donde finalmente tomó conciencia de la necsidad de hacer frente a la política agresiva del Gobierno estadounidense contra los indígenas.

La convulsa década de los 60, con los movimientos por los derechos civiles, pacifista y feminista, proporcionó a Banks un modelo para reclamar y recuperar la dignidad y los derechos de los nativos. En 1968 organizó una asamblea para tratar sus problemas más graves: pobreza, marginalidad, violencia policial, desempleo, asimilación, pésimas viviendas.

Los fundadores del AIM se propusieron rebelarse contra una agresión que ya hacía cuatro siglos que duraba. Para plantar cara a la violencia de la policia optaron por recurrir a la lucha armada. No contra la población civil, sino en legítima defensa, contra los agentes que les atacaban.

Desde entonces, el AIM ha estado activa y visible en diferentes frentes: en Washington, donde en 1972 ocupó por la fuerza la Oficina de Asuntos Indios del Gobierno Federal; y en Wounded Knee –el emblemático pueblo de Dakota del Sur donde el 29 de diciembre de 1890 el Séptimo de Caballería masacró a 300 hombres, mujeres y niños sioux lakota desarmados–, que en 1973 fue ocupado por el AIM y fue sometido a un asedio de 71 días por las fuerzas armadas en el conflicto bélico más prolongado en territorio estadounidense desde la Guerra Civil. Fue en Wounded Knee donde Dennis pronunció un célebre discurso de movilización general: “No toleraremos ningún abuso más […]. Aquí empezó todo, y aquí es donde va a acabar. Es un buen día para morir”.

En tiempos de terrorismo y de cruel derramamiento de sangre como el nuestro, la lucha armada no parece la mejor vía para solucionar conflictos (entre otras cosas porque los poderosos la aprovechan para justificar sus políticas violentas). Pero con su resistencia armada limitada a los agresores, el AIM logró recuperar el orgullo y la dignidad de los nativos, recordar a muchos estadounidenses que los habitantes originales de América del Norte no habían sido exterminados del todo.

Un futuro post tratará exclusivamente de los nativos norteamericanos.

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“Berkeley in the Sixties” (1990): La contracultura universitaria

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La contracultura de los años 60, que alcanzó su máxima intensidad en 1968, tuvo varios epicentros: París, Praga, Mexico, Estados Unidos. En California, la Universidad de Berkeley fue el lugar más destacado. Al cabo de dos décadas este documental recuperó ese momento histórico de ruptura. Combinando imágenes de archivo y entrevistas a 15 antiguos líderes estudiantiles,  muestra las acciones de protesta y desobediencia que se produjeron en aquel tiempo. Los estudiantes más conscientes de vivir un momento de crisis, y de que el Gobierno de su país no era una institución democrática (a diferencia de lo que afirmaba su propaganda), sino autoritaria, se negaron a hacer lo que se esperaba de ellos: instruirse disciplinadamente y pasar a formar parte del sistema productivo al licenciarse. Prefirieron rebelarse contra el orden establecido.

El movimiento contestatario de la Universidad de Berkeley ha sido despreciado por algunos críticos que lo presentan como una pandilla de niños de casa buena dedicados a divertirse durante una temporada haciéndose los héroes, sabiendo que podían hacerlo porque detrás tenían el patrimonio y la red de sus familias. En este sentido, el gran poeta, intelectual y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini se declaró en favor de los agentes de policia enfrentados a los manifestantes, ya que los agentes pertenecían a la clase baja explotada, mientras que los estudiantes se manifestaban porque podían permitírselo (a diferencia de los agentes). Sin duda en esta valoración hay algo de verdad, y esta lucidez pone en evidencia cierta autocomplacencia de algunos de los participantes en el movimiento. Aun así, ¡ojalá todos los hijos de familias acomodadas que se están formando ahora mismo en las facultades y escuelas de empresariales, económicas y políticas, experimentaran un impulso de rebelión similar al de los universitarios de la California de los 60!

El film sitúa la revuelta de Berkeley en el contexto general de la contracultura norteamericana de los 60. Fue la década del movimiento por los derechos civiles; de denuncia del Comité de Actividades Antiamericanas (HCUA), que perseguía y castigaba cualquier desviacionismo respecto al pensamiento único capitalista e imperialista; de las protestas contra la guerra de Vietnam y en general contra la Guerra Fría; de la creación del partido de las Panteras Negras y del feminismo. Todas estas corrientes se expresan en algún momento del film.

Las imágenes de archivo recuperan algunos personajes públicos, como el entonces gobernador de California Ronald Reagan, Martin Luther King, Jr., Mario Savio, Huey Newton y el poeta beatknick Allen Ginsberg. Las imágenes van acompañadas de música que rápidament remonta a aquella dècada: Jefferson Airplane, Jimi Hendrix, Joan Baez y Grateful Dead. Un viaje en el tiempo, pues, aunque la experiencia no debería quedar en una mera evocación, sino proporcionar un referente al anticonformismo.

“Harlan County, USA” (1976): Mineros en huelga contra magnates y sicarios

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Hubo un tiempo en el que los trabajadores blancos en situación de precariedad extrema no votaban a multimillonarios que les dejaban sin cobertura sanitaria. Los más audaces incluso se enfrentaban a ellos. Harlan County, USA, uno de los documentales clásicos más conocidos, cubre una larga huelga que 180 mineros del carbón y sus mujeros mantuvieron contra la Compañía Energética Duke en la mina de Brookside, en el condado de Harlan, sudeste de Kentucky, en 1973.

La huelga empezó en junio de 1972, y fue una protesta contra las condiciones infrahumanas a las que la compañía propietaria de la mina sometía a los trabajadores. Estos reclamaban más seguridad en el trabajo, unas condiciones laborales y de vida aceptables –algunos no tenían siquiera agua corriente en casa– y un salario mínimo. Kopple se unió a los huelguistas cuando se dio cuenta de que aquella protesta no era una simple pataleta sino una acción consistente de un grupo de gente concienciada. En la negociación de un convenio, la compañía quería prohibir las huelgas y la pertenencia al sindicato general de mineros de Estados Unidos, lo cual los dejaba sin ningún mecanismo para resistir los abusos. Los mineros se mantuvieron firmes y siguieron la huelga durante trece meses, a pesar de que tenían una necesidad acuciante de su mísero sueldo. Contaron con el respaldo de sus mujeres, decidas y convencidas.

Su rival, la compañía, no jugó limpio. En su intento de mantener la producción, primero envió al chérif y a otros agentes para obligarles a volver al trabajo, y cuando comprobó que aquello no funcionaba envió a la mina a matones armados para intimidar, así como a esquiroles para romper la huelga. Socavaron el sindicato y llegaron al extremo de pagar a unos pistoleros para que asesinaran al principal representante de los trabajadores.

Los mineros resistieron todas aquellas presiones y amenazas. Incluso cuando los matones dispararon contra ellos (ver imágenes, abajo), mantuvieron la mina cerrada para poder seguir la huelga. La muerte por disparo de un minero supuso la gran crisis del conflicto, y terminó por acercar a los trabajadores y a los directivos a la mesa de negociaciones.

Harlan County, USA presenta la situación con mucha conciencia cinematográfica. Se plantea críticamente cuál es la estrategia más rigurosa para mostrar los hechos y la realidad. Renuncia a narrar en vez en off y prefiere limitarse a registrar las imágenes y los sonidos de algunas escenas significativas, sin comentarlas ni explicarlas. Su principal objetivo es respetar a las familias mineras, no situarse por encima de ellas haciendo un film didáctico. Kopple llegó a conocer muy bien a aquellas familias, con las que convivió durante la huelga y más allá. Se puso a su lado sin simular una hipócrita neutralidad que habría resultado injustificable en aquel caso de abuso y agresión.

Kopple y su equipo consiguen muestran la prolongada huelga y los efectos de la presión de la policía, los matones y los esquiroles sobre los mineros, así como la fuerza de estos por mantener una situación insostenible. En una de las imágenes un sicario dispara contra los concentrados y está punto de dar a la cámara. Es lo que querrían los tiranos y sus siervos: eliminar las conciencias, matar a los críticos. Esperemos que no lo consigan, como no lo consiguieron en el condado de Harlan.

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