
En el año 2008 estalló una recesión económica de escala planetaria y proporciones gigantescas que dejó sin trabajo y sin vivienda a millones de personas en todo el mundo. Las economías y las políticas de varios países, tanto occidentales como orientales, sufrieron una sacudida y una transformación tan profundas que ahora, en 2015, ya puede decirse que muy probablemente no volverán a ser las de antes. Los medios de comunicación dominantes vinculados a los grandes grupos de interés han hecho circular, durante estos siete años, mensajes y eslóganes referidos a la crisis. Se ha dicho que la sacudida fue una de esas crisis sistémicas que, como una fatalidad, son consustanciales al capitalismo; que la habían causado los ciudadanos con su hábito compulsivo de endeudarse y de vivir por encima de sus posibilidades… Afortunadamente, los medios independientes han explicado una historia mucho más ajustada a los hechos y han revelado cuál fue el proceso y quiénes los responsables de este desastre económico y social. Inside Job es, en el género documental, la visión de conjunto más sintética y general de las causas financieras y políticas de este hundimiento mundial.
Un documental que muchas personas poco interesadas en cuestiones económicas nos hubiéramos abstenido de ver, pero que la situación actual del mundo ha convertido en un must de visión prácticamente obligada.
Se trata de un estudio sobrio, serio y bastante técnico que examina con rigor cómo un grupo de individuos situados en las más altas esferas económicas y políticas ha precipitado por un abismo a la humanidad entera mientras ellos se cuidaban mucho de acercarse al borde. Es un documental que muchas personas poco interesadas en cuestiones económicas nos hubiéramos abstenido de ver, pero al que la situación actual del mundo ha convertido en un must de visión prácticamente obligada. Un who is who de la crisis, un repaso, por decirlo así, del libro de familia de la corrupción a gran escala, de la orla de los especuladores. El documental consiste, por un lado, en una serie de declaraciones de una gran cantidad de participantes, casi todos destacados en el campo financiero, y, por otro lado, en una narración de los hechos explicada a través de la voz en off del actor Matt Damon en la versión original. Así pues, desde el punto de vista formal responde a la estructura clásica del modelo talking heads (bustos o cabezas parlantes). Abunda tanto en datos económicos -millones de dólares arriba y abajo- que la mente deja de registrar enseguida esa sucesión de cantidades astronómicas. Pero da una imagen muy clara de lo que ha pasado durante estos años, y explica con precisión por qué el mundo rico se ha desmoronado. El tercer mundo (el sur) se ha hundido aun más si cabe en la miseria, el hambre y la desesperación, pero por otro camino que no entra dentro del tema de Inside Job.

Los primeros minutos del documental se dedican a la crisis económica en Islandia. Un país de muy pocos habitantes, dotado tradicionalmente de instituciones políticas y financieras transparentes y puestas al servicio de los ciudadanos, con una economía modesta y saneada, se transformó en pocos años en una ruina, y dio paso a una sociedad endeudada hasta las cejas con bancos y organizaciones mundiales. Enseguida se explica que esta transformación se produjo como consecuencia de la supresión de los controles y las regulaciones que habían garantizado el correcto funcionamiento de la economía, una supresión que propició la aparición de oportunistas dedicados a acumular préstamos de bancos ingleses y norteamericanos, para gastarse el dinero ellos (comprando edificios, aviones, yates) y cargarlo la cuenta a la economía nacional. Como siempre, se engañó a los ciudadanos ofreciéndoles créditos de todo tipo, y en cierta medida los que participaron en la fiesta del préstamo fueron cómplices de toda esta operación nefasta; pero el grueso de la deuda es de tipo bancario. Los banqueros, ilimitadamente codiciosos, causaron el hundimiento de la economía y la sociedad islandesas. Este modelo, como muestra Inside Job a continuación, se ha repetido en todo el mundo. El epicentro de este terremoto se encuentra en los Estados Unidos, en Nueva York, en Wall Street.
La explicación del descalabro que ofrece el documental puede sintetizarse brevemente. Los grandes y originales responsables de la crisis mundial son los banqueros, los políticos y los economistas norteamericanos (bien secundados, claro, por sus homólogos de la City londinense).

El documental señala que, hasta los años ochenta, la economía capitalista, que se basa en el afán de lucro individual y egoísta, había sido sometida a unas restricciones y regulaciones que impedían a los grandes grupos económicos prosperar a costa de la sociedad en general. No todos los niveles de la sociedad, porque existía una amplia capa marginal hundida en la pobreza, pero sí buena parte de la misma -desde la clase media hasta la alta- iba en el mismo barco, los ricos no podían desentenderse de la clase media porque su prosperidad dependía de la prosperidad general. (La famosa doctrina de Ford: paga lo suficiente a tus empleados para que puedan comprar uno de nuestros coches.) De ninguna manera se puede afirmar en serio que los Estados Unidos hayan sido en ningún momento una sociedad solidaria e igualitaria, pero sí había ciertos límites impuestos que impedían que las grandes fortunas se desentendieran de la suerte de su país. Estas restricciones empezaron a suprimirse en los años ochenta, y desde entonces todos los gobiernos estadounidenses se han dedicado a beneficiar a las grandes fortunas de su país (aproximadamente un 1% de la población, o incluso menos) a costa del resto. Según una leyenda muy extendida, los dos grandes partidos políticos de los Estados Unidos tienen ideologías contrarias: los republicanos serían no solo conservadores, sino violentamente retrógrados, mientras que los demócratas tendrían una mentalidad social y justa. Inside Job nos demuestra, en cambio, que quien manda realmente en los Estados Unidos son las grandes fortunas, que toman las grandes decisiones, y que los políticos simplemente aplican lo que conviene a estas fortunas; son su departamento de relaciones públicas. Las regulaciones que habían contenido dentro de unos límites la codicia de estos grandes grupos económicos empezaron a ser eliminadas durante la presidencia de los republicanos Ronald Reagan y George Bush padre, continuaron socavándose durante los años de mandato del simpático e igualmente terrible demócrata Bill Clinton, se minaron aún más en el período de Bush hijo y no se han recuperado en los años de Obama. Este último, según muestra Inside Job, ha engañado a todo el mundo. Llegó a la presidencia con discursos sobre la necesidad de reformar el sistema financiero y de construir una economía real y social (no especulativa e irresponsable), de “cambiar la cultura de Wall Street”, pero se apresuró a nombrar como máximos responsables económicos del Estado a los mismos que habían sumido al país en la crisis económica más grave desde el crack del 29, tal vez incluso más aún que este.

El documental revela cómo las instancias políticas han colaborado decididamente con el poder financiero privado. Según el sistema de las puertas giratorias, los mismos individuos -o aliados suyos- han ido pasando de la banca privada a los principales cargos económicos del Gobierno, aplicando siempre las mismas medidas para liberar a las actividades financieras de cualquier control y principio de responsabilidad. No solo los dos últimos directores de la Reserva Federal -Alan Greenspan (1987-2006) y Ben Bernanke (2006-2014)- sino los principales secretarios y asesores económicos del gobierno tenían intereses personales enormes en algunos negocios privados, y se han enriquecido gracias a las medidas políticas impulsadas por ellos mismos. La lista de nombres que aparece en el documental es muy larga, tanto de individuos particulares como de grandes bancos (Goldman Sachs, Lehman Brothers, AIG, etc.). Contemplar los rostros de la gente que ha hundido la economía mundial puede llegar a ser una experiencia hipnótica. Te los quedas mirando, intentando detectar manifestaciones de psicopatía en los gestos, en la mirada. Siempre los encuentras, pero ya dudas de si realmente están ahí, objetivamente, o si los percibes tú porque sabes qué han hecho.

El tercer sector de responsables que muestra el documental -aliado con los políticos y los especuladores financieros- es el académico. Profesores y presidentes de universidades prestigiosas como Harvard han prestado su autoridad y su supuesta independencia a las prácticas desreguladoras del neoliberalismo. También ellos se han lucrado enormemente gracias a sus informes favorables a la especulación salvaje, y muy a menudo son asesores en nómina de los grandes grupos financieros.
Inside Job explica con rigor los mecanismos financieros que esta gente ha usado para enriquecerse y hundir la economía nacional y mundial. Cualquier persona mínimamente informada, por mucho que le aburran las cuestiones económicas, ha oído algo sobre estos mecanismos. El documental ofrece una síntesis muy bien estructurada y clara de cómo han funcionado en conjunto. Los “productos derivados” bancarios, las inversiones de riesgo, la burbuja inmobiliaria, los préstamos subprime, los préstamos al consumo engañosos, las bonificaciones a los ejecutivos para que tomen decisiones arriesgadas y las prácticas de las agencias de calificación eran presentados por el poder y por los medios de comunicación como pruebas irrefutables de la sabiduría de los mercados financieros, que, según la versión neoliberal, beneficiaban a todo el mundo si podían actuar con plena libertad. Las marginales y silenciadas voces de alarma y de denuncia que alertaban sobre el desastre inminente al que se dirigía esta economía fueron objeto de escarnio y burla. La mayor parte de la gente cayó en el engaño generalizado orquestado por los políticos, los banqueros y los académicos del neoliberalismo.
La presentación de Inside Job es sobria y seria: evita la denuncia agresiva y espectacular, se mantiene en un plano informativo riguroso dirigido a un espectador inteligente.
La presentación de Inside Job es, como se ha dicho, sobria y seria: evita la denuncia agresiva y espectacular, se mantiene en un plano informativo riguroso dirigido a un espectador inteligente. El conjunto de entrevistas (docenas), narración, fragmentos de noticiarios e imágenes de los rascacielos del poder económico componen una exposición magistral, muy parecida a una clase. En algún momento, un oportuno comentario irónico alivia la indignación en el espectador. Pero el sentido del humor se dosifica en su justa medida, como un alivio dramático. Es imposible que la mente retenga la cantidad desmesurada de datos y nombres que se nos dan: lo que queda es la impresión general de la orgía de poder, especulación y lujo en la que los responsables se ha revolcado durante años, en la que se siguen aún revolcando, porque ninguno de ellos ha tenido que responder por sus acciones, al contrario, se han seguido enriqueciendo mientras la gente perdía sus trabajos y sus viviendas y pasaba hambre.
No debe sorprendernos, pues, que la gran mayoría de los responsables del descalabro se hayan negado a comparecer ante las cámaras del documental, tal y como se nos informa repetidamente en él. No hubieran sido capaces de defender sus actos, hubieran tenido que rendir cuentas y asumir responsabilidades, y ya sabemos que esto no forma parte de sus planes. Ninguno de los Secretarios del Tesoro mencionados y retratados en Inside Job aparece ante cámara para dar explicaciones: ni Summers, ni Robert E. Rubin, ni Henry M. Paulson Jr. ni Timothy F. Geithner; ninguno de los directivos de los grandes bancos. Lo que sorprende es que, por desconocimiento (inexplicable) de las intenciones del documental, algunos de los participantes en la orgía neoliberal se prestaran a hablar en él.
En efecto, algunos incautos representantes del gobierno, de Wall Street y del mundo académico cometieron la grave equivocación de dejarse entrevistar, y todos terminan irritados por las muy bien informadas preguntas-denuncia del director; todos dan la entrevista por finalizada de manera abrupta después de quedar en evidencia y verse acorralados, balbuceando fragmentos de explicaciones inconexas, conscientes de haber sido atrapados en sus propias mentiras. La envergadura de la estafa económica queda de manifiesto, entre otras cosas, porque entre los participantes que denuncian la avidez irresponsable y patológica de los neoliberales se encuentran los dos últimos directores del Fondo Monetario Internacional -una institución que no se caracteriza precisamente por su humanitarismo- y el director de la revista Fortune, de la que puede decirse lo mismo.

Ver los rostros de la gente que ha hundido el mundo puede llegar a ser una experiencia hipnótica.
Vivimos en un mundo amoral gobernado por psicópatas entregados a la acumulación de beneficios, desprovistos de cualquier tipo de conciencia ética y social. Políticos que mienten a la población, banqueros que engañan a sus propios clientes y saquean el erario público, economistas académicos que redactan informes falsos sobre la situación económica, agentes de Wall Street cocainómanos y adictos a prostitutas de lujo que juegan con la economía mundial como niños ricos, mimados e irresponsables. El único contrapeso que puede tener este conglomerado de codicia patológica, como nos dice Inside Job en su conclusión, es una ciudadanía informada y comprometida en su propia supervivencia. Y, podríamos añadir, un liderazgo político transparente y honesto que esté al lado de las personas, no de los grupos económicos.

FICHA
Dirección y guión: | Charles Ferguson |
País: | Estats Units |
Lengua original: | Inglés |
Localizaciones: | Nueva York, Islandia |
Duración: | 105 minutos |
Web i tráiler: | http://www.sonyclassics.com/insidejob/ |