“GASLAND 2” (2012): Las compañías del fracking siguen destruyendo el planeta

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Cartel promocional de la película

Como por desgracia cabía esperar, dos años después del estreno de Gasland, las compañías de fracking no habían modificado ni un ápice sus prácticas agresivas contra el planeta y los humanos. La codicia y el furor de lucro corporativos no responden ante las peticiones y las denuncias humanitarias, tienen su propia lógica interna, autista, que no toma en cuenta el factor humano o ambiental. Gasland 2 amplía y profundiza el diagnóstico del anterior documental, levanta acta del imparable avance de la destrucción global.

Gasland 2 amplía y profundiza la denuncia del anterior documental, levanta acta del imaparable avance de la destrucción global.

El documental empieza con unas imágenes de Barack Obama en el Discurso del Estado de la Nación, en el que da su apoyo decidido al desarrollo de la industria del gas natural; dice que tiene que ser “segura”, pero ya sabemos por el documental anterior que nadie se ocupa de comprobar que así sea. Gasland y Gasland 2 muestran que, como mínimo en cuestiones de fracking, ningún abismo separa las políticas de los demócratas y los republicanos. En 2005, el dúo Bush Jr.-Cheney eximió a las compañías de fracturación hidráulica de cumplir las regulaciones ambientales más básicas, como la Ley de Seguridad del Agua Potable y la Ley del Aire Limpio; Obama no ha limitado en modo alguno esta exención total de responsabilidades hacia los ciudadanos. Lo que sí se ha recortado, en cambio, y en tres cuartas partes, es el presupuesto y el personal de la Agencia de Protección Ambiental, el organismo encargado de controlar el impacto de las actividades industriales en el medio ambiente.

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El presidente estadounidense Barack Obama después de pronunciar el discurso sobre el estado de la nación.

Después de ver a Obama ovacionado por el Congreso (¿cuántos de estos políticos han sido sobornados por el lobby de la energía?), asistimos a imágenes del Golfo de México infestado de plantas extractoras, la superficie del agua convertida en una pátina viscosa y brillante que ya no es agua. De las plantas extractoras sobresalen unos tubos largos en cuyos extremos hay llamas encendidas: la conflagración de las sustancias químicas inflamables. Fox sobrevuela esta escena dantesca sin que nadie se lo impida, tal vez, como nos informa él mismo, porque es domingo 4 de julio, la fiesta nacional de los Estados Unidos, y todo el mundo está en casa, incluso los equipos de vigilancia. Donde sí hay restricciones, y muchas, es el acceso a las playas que tocan el Golfo; hay vallas metálicas infranqueables. Cabe considerar estas imágenes grabadas por Fox (seguramente gracias a una negligencia de seguridad) un documento de primero orden para conocer el estado actual de las zonas sometidas a fracturación hidráulica. La “seguridad”, como puede observarse, no se aplica para evitar la contaminación de aguas y tierras, sino para impedir que personas no deseadas o independientes entren en esas zonas para dar testimonio de ellas. La compañía que explota el Golfo de México es BP. Pero también podría ser Halliburton, o EnCana, o muchas otras. Hay varias compañías luchando para quedarse con el pastel de las extracciones de gas.

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Fracking en el Golfo de México.

En Gasland tres científicos independientes alertaban sobre la catástrofe ambiental y humana del fracking, y denunciaban el silencio y el secretismo que envolvía esta práctica nefasta. A pesar de que sus explicaciones era voluntariamente contenidas y limitadas al plano técnico, lo que descubrían al espectador resultaba impactante. Una bióloga aparece en la segunda entrega retomando la denuncia de sus colegas: la fracturación hidráulica en el Golfo de México tendrá un impacto extremo y negativo en las cuencas de Luisiana y Alabama, causa la destrucción total de ecosistemas, el medio tardará décadas, generaciones enteras, en recuperarse, si es que llega a hacerlo por completo. Nadie del mundo político o co o periodístico se responsabiliza de esta devastación implacable. Otros científicos independientes que se pronuncian en el documental coinciden con este diagnóstico, y reclaman el fin del fracking y la adopción de las energías renovables. Un catedrático de Ingeniería de la Universidad de Cornell, exasesor de la industria del gas y muy reconocido en su campo, explica que la fracturación nunca será seguro, porque el cemento que se usa para contener las sustancias tóxicas de las perforaciones no logra contener el venenoso gas metano, que al dispersarse por el subsuelo contamina las reservas subterráneas de agua. Otro catedrático recomienda al gobierno que detenga por completo las perforaciones para obtener carbón, petróleo y gas natural y opte por energías renovables como la eólica, la solar, la geotérmica, la hidroeléctrica y la de las mareas, que bien gestionadas serían suficientes para satisfacer las necesidades energéticas del país. Por desgracia, no parece en absoluto probable que los altos cargos políticos vayan a hacer mucho caso a todas estas advertencias. Las recompensas económicas inmediatas pesan para muchos de ellos más que los dictámenes de la conciencia y la razón.

Sí encontramos algunos políticos responsables en los ayuntamientos y en otros cargos de proximidad. Se dan cuenta de los estragos que el fracking está produciendo y deciden intervenir empujados por el sentido del deber. Fox da voz a algunas de estas personas honestas, que no pueden elevar sus demandas y quejas a instancias más altas de la estructura política. Un alcalde explica que tres años atrás, era republicano (y ser esto, para muchos, equivales a ser de extrema derecha), y que ahora es independiente. Cree que los republicanos, al instalar pozos en terrenos de particulares, han vulnerado uno de los principios fundamentales del país y del partido: el respeto a la sacrosanta propiedad privada. Declara que se siente obligado a cumplir con su deber como ser humano y como ciudadanos de los Estados Unidos y a luchar con todos sus recursos (que no son muchos) contra el fracking.

En Gasland, Fox visitaba a muchas personas que habían visto cómo sus tierras y sus vidas quedaban destrozadas a causa de fracturaciones cercanas. Ahora visita algunas de las que ya conocíamos, y nos presenta algunos casos nuevos. Kindra Andersen, la mujer de un pescador, expresa la voz de la conciencia indignada que en el primer documental tomaba el rostro del granjero Fenton y del mismo Fox. Personas que habían optado por vivir en la naturaleza y criar a sus hijos en armonía con el medio ven cómo las que las compañías de fracking aniquilan su hábitat y sus esperanzas. Arnesen dice: “Este es el lugar en el que vivimos, en el que comemos, en el que dormimos; es nuestro hogar”, “queríamos integrarnos en la naturaleza, es por eso que estamos aquí”. Pero Fox no solo visita a personas con conciencia y sensibilidad ecológicas; también visita, por ejemplo, a un cazador, con la sala llena de trofeos como un gran ciervo y otros mamíferos, o a un ricachón de Texas que vive en una mansión de lujo, con cascadas en el jardín. Ambos le enseñan que el agua de sus casas es inflamable, que no sirve para nada. Ni siquiera les vale para regar el jardín: sería como regar el césped con gasolina. Sus casas de lujo se ha convertido en polvorines.

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El agua del grifo es inflamable debido a los productos químicos mezclados con ella.

En uno de sus regresos a casa, junto al río Delaware, durante el rodaje, Fox se da cuenta de que han instalado quince pozos de extracción en la zona, uno muy cerca de donde vive, de donde cocina. Los Estados Unidos se han entregado a una orgía de fracking, las compañías perforan pozos por todas partes. Es una pesadilla a plena luz del día.

Las compañías extractoras controlan una extensión de territorio superior a los estados de California y Florida juntos.

Treinta y cuatro de los cincuenta estados que forman el país ya permiten realizar perforaciones horizontales en sus territorios: en 2014 había entre uno y dos millones de pozos de extracción de gas y petróleo en los Estados Unidos. Según Fox, las compañías extractoras controlan una extensión de territorio superior a los estados de California y Florida juntos. No es difícil sospechar que los políticos hayan podido ser sobornados para permitir una práctica que, tal y como han demostrado científicos independientes, es nociva para la tierra, el agua, el aire y los seres vivos. La intervención industrial masiva y violenta está redefiniendo el paisaje del país. En muchos estados hay miles de pozos que han infringido todas las regulaciones ambientales. Los camiones trajinan las sustancias letales -millones de litros de agua con productos tóxicos disueltos en ella- con total impunidad. El agua ha dejado de ser potable. Los acuíferos han quedado dañados, tal vez para siempre. Estudios científicos han demostrados que los pozos de las compañías extractoras han causado terremotos entre Ohio y Arkansas.

Los acuíferos han quedado dañados, tal vez para siempre.

Barack Obama todavía promueve el gas natural y el fracking como un puente hacia energías más limpias. Si esto continúa como hasta ahora, ya no serán necesarias. La única salida posible, nos dice el director, es reinventar la democracia. La que tenemos ahora ya no es más que un simulacro con el que los grandes grupos económicos engañan a la población. Como afirma Fox, “ya no se trata de fracking. Se trata de nuestro sistema de gobierno, y del cambio climático”.

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El director del documental, Josh Fox, detenido por asistir sin permiso a una reunión de directivos sobre fracking.

FICHA

Dirección:

Josh Fox

Guión: Josh Fox
País: Estados Unidos
Idioma original: inglés
Duración: 107 minutos
Tráiler: http://www.gaslandthemovie.com/

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